Esperando a Aurora

de Louren C. (90/125)

Delicada y amorosa, podría ser Eos, nada menos que la hermana de Helio y Selene, pues también sus amoríos dicen que han sido numerosos. Aurora, con sus labios húmedos le besa el cuello, y con la yema de los dedos le acaricia el torso, haciendo un recorrido circular en ambos pezones que se vuelven tersos al rozarlos la lengua, sintiendo el aliento y la saliva. Axo, excitado busca inútilmente la manera de corresponderle, ella ensimismada sigue recorriendo aquel cuerpo mojado, con los poros abiertos, ardiendo de deseo.


Ruborizada, por su frenética e insaciable necesidad de poseer al hombre, de tener su cuerpo haciéndolo suyo. Así siempre, un día tras otro.


El miércoles amaneció como teñido de azafrán, se avecinaba una jornada calurosa. Aurora decía, antes de la salida del Sol es cuando tengo una imperiosa necesidad de poseerte, hacer que te estremezcas de placer, tenerte a mi antojo, sentir como viertes palpitante tus flujos sobre mí cuerpo, mis senos, mi boca... Otro momento en el que te deseo ardientemente, decía, es al atardecer cuando el sol se va y el frescor de la tarde penetra en mi carne, me eriza el vello, ansío besar tus labios, ver tus ojos penetrantes, rebosante de placer, es cuando quiero abrazarte y amarte...


Ensalada, xoubas y cerveza...


El calor de la tarde, el sonido sereno del Jazz-blues, la mente puesta en los hechos de la demanda a hacer mañana, el olor a yerba luisa.


El sol amaina, mientras tanto, ¡Esperando a Aurora! © Galmier Zemog Vigo, 2007


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